***LOS RENGLONES TORCIDOS DE DIOS***
Se
trata de una novela de Torcuato Luca de Tena, tiene cierto toque de intriga y
un final abierto. Describe la historia de Alice Gould, una detective que
ingresa voluntariamente en un psiquiátrico, con el fin de resolver y encontrar
al culpable de asesinar al padre de su cliente. Afortunadamente y como buena
novela de intriga, nada es lo que parece… Torcuato Luca de Tena describe con
gran detalle muchos de los aspectos que se reflejan en un psiquiátrico y lo muy
variopinto que puede resultar todo lo que allí se ve.
Para
la realización de la novela el propio autor ingresó en un psiquiátrico durante
18 días, en el libro describe brevemente la visión de su propia de la
experiencia y le dedica agradecimientos al personal del Hospital en el que
ingresó:
"Los renglones
torcidos de Dios son, en verdad, muy torcidos. Unos hombres y unas mujeres
ejemplares, tenaces y hasta heroicos, pretenden enderezarlos. A veces lo
consiguen. La profunda admiración que me produjo su labor durante mi estadía
voluntaria en un hospital psiquiátrico acreció la gratitud y el respeto que
siempre experimenté por la clase médica. De aquí que dedique estas páginas a
los médicos, a los enfermeros y enfermeras, a los vigilantes, cuidadores y
demás profesionales que emplean sus vidas en el noble y esforzado servicio de
los más desventurados errores de la Naturaleza".
Me
he decidido a hablar de este libro porque me trae recuerdos muy especiales, de
alguna manera simboliza y materializa una etapa de mi vida.
Tras
terminar el ciclo formativo, me correspondía hacer siete meses de prácticas. Aunque
el campo de actuación de la Animación Sociocultural es muy amplio, siempre me
interesó especialmente el ámbito de la discapacidad, en especial la cognitiva y
la mental, por lo que hice las prácticas en una residencia/centro de día de
discapacitados gravemente afectados.
Cuando llevaba una semana en el centro de
prácticas apareció en mi vida este libro, cuál fue mi sorpresa cuando descubrí
que muchas cosas de las que sentía la protagonista se trasladaban literalmente
a mi día a día y mi propia experiencia. No negaré que tuve miedo, y aunque
había tenido algunas experiencias con este sector, nunca había trabajado con un
grado de discapacidad tan alto, estaba muy
lejano de lo que mis ojos habían visto hasta ese momento y por supuesto nada de
lo que habíamos dado en la teoría podía compararse ni prepararte a lo que sería
la práctica. Como en el libro, había gente que se balanceaba, manías, problemas
de conducta, autismo, gente que no hablaba absolutamente nada… entrar era
sumergirse en un mundo paralelo en el que todos y cada uno de tus pasos podían
ser malinterpretados, en el que nada era lo que parecía, y en el que una
caricia podía incluso provocar una reacción negativa o agresiva.
La
sensación de desorientación se escapaba de mis manos, durante siete meses tenía
que conocer personalmente, uno a uno a todos los residentes del centro para
prevenir y poder evitar futuros problemas. Sentía angustia, a veces tenía ganas
de escapar de allí porque no me veía con la suficiente fuerza o preparación
para estar en un lugar así, me decía a mi misma: te queda grande.
Poco
a poco, y como le pasa a Alice, la protagonista del libro, fui entendiendo cada
situación, a cada persona… y me pareció fascinante. Llegó un momento en el que
me sentía especialmente bien, todo lo que en un principio se me hacía un mundo
empezaba a cobrar sentido. Era capaz de entender que quería decir una mirada de
alguien que no pronunciaba palabra, que no siempre era bueno el exceso de
atención o sobreprotección, que a veces por hacer las cosas más rápido no somos
consciente de que cortamos y rompemos el aprendizaje de otra personas al no
dejar que ellas mismas lo hagan… También debemos aprender a valorar el esfuerzo
que hace una persona por conseguir algo, y no tanto si el resultado es bueno o
malo; pero sobretodo, debemos aprender y tenemos que poner en práctica la
empatía y el respeto.
Algo
muy especial que me llevo de mi experiencia en esos siete meses, y eso es algo
que también se muestra en el libro; es que a veces vamos a los sitios esperando
poner en práctica todo lo aprendido, vamos directamente a aportar y mostrar
nuestros conocimientos, incluso a imponer nuestras ideas… Y de repente cuando
salimos, nos damos cuenta de que si alguien ha sacado algo de todo has sido tú,
que la teoría no sirve para nada, que nada es blanco o negro, y que hay matices
que tenemos que aprender a ver para no caer en “nuestro utópico mundo
perfecto”.
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