domingo, 25 de noviembre de 2012

Y HOY MI RECOMENDACIÓN LITERARIA ES...



       ***LOS RENGLONES TORCIDOS DE DIOS*** 

Se trata de una novela de Torcuato Luca de Tena, tiene cierto toque de intriga y un final abierto. Describe la historia de Alice Gould, una detective que ingresa voluntariamente en un psiquiátrico, con el fin de resolver y encontrar al culpable de asesinar al padre de su cliente. Afortunadamente y como buena novela de intriga, nada es lo que parece… Torcuato Luca de Tena describe con gran detalle muchos de los aspectos que se reflejan en un psiquiátrico y lo muy variopinto que puede resultar todo lo que allí se ve.

Para la realización de la novela el propio autor ingresó en un psiquiátrico durante 18 días, en el libro describe brevemente la visión de su propia de la experiencia y le dedica agradecimientos al personal del Hospital en el que ingresó:

"Los renglones torcidos de Dios son, en verdad, muy torcidos. Unos hombres y unas mujeres ejemplares, tenaces y hasta heroicos, pretenden enderezarlos. A veces lo consiguen. La profunda admiración que me produjo su labor durante mi estadía voluntaria en un hospital psiquiátrico acreció la gratitud y el respeto que siempre experimenté por la clase médica. De aquí que dedique estas páginas a los médicos, a los enfermeros y enfermeras, a los vigilantes, cuidadores y demás profesionales que emplean sus vidas en el noble y esforzado servicio de los más desventurados errores de la Naturaleza".


Me he decidido a hablar de este libro porque me trae recuerdos muy especiales, de alguna manera simboliza y materializa una etapa de mi vida.

Tras terminar el ciclo formativo, me correspondía hacer siete meses de prácticas. Aunque el campo de actuación de la Animación Sociocultural es muy amplio, siempre me interesó especialmente el ámbito de la discapacidad, en especial la cognitiva y la mental, por lo que hice las prácticas en una residencia/centro de día de discapacitados gravemente afectados.

 Cuando llevaba una semana en el centro de prácticas apareció en mi vida este libro, cuál fue mi sorpresa cuando descubrí que muchas cosas de las que sentía la protagonista se trasladaban literalmente a mi día a día y mi propia experiencia. No negaré que tuve miedo, y aunque había tenido algunas experiencias con este sector, nunca había trabajado con un grado de discapacidad tan alto,  estaba muy lejano de lo que mis ojos habían visto hasta ese momento y por supuesto nada de lo que habíamos dado en la teoría podía compararse ni prepararte a lo que sería la práctica. Como en el libro, había gente que se balanceaba, manías, problemas de conducta, autismo, gente que no hablaba absolutamente nada… entrar era sumergirse en un mundo paralelo en el que todos y cada uno de tus pasos podían ser malinterpretados, en el que nada era lo que parecía, y en el que una caricia podía incluso provocar una reacción negativa o agresiva.

La sensación de desorientación se escapaba de mis manos, durante siete meses tenía que conocer personalmente, uno a uno a todos los residentes del centro para prevenir y poder evitar futuros problemas. Sentía angustia, a veces tenía ganas de escapar de allí porque no me veía con la suficiente fuerza o preparación para estar en un lugar así, me decía a mi misma: te queda grande.

Poco a poco, y como le pasa a Alice, la protagonista del libro, fui entendiendo cada situación, a cada persona… y me pareció fascinante. Llegó un momento en el que me sentía especialmente bien, todo lo que en un principio se me hacía un mundo empezaba a cobrar sentido. Era capaz de entender que quería decir una mirada de alguien que no pronunciaba palabra, que no siempre era bueno el exceso de atención o sobreprotección, que a veces por hacer las cosas más rápido no somos consciente de que cortamos y rompemos el aprendizaje de otra personas al no dejar que ellas mismas lo hagan… También debemos aprender a valorar el esfuerzo que hace una persona por conseguir algo, y no tanto si el resultado es bueno o malo; pero sobretodo, debemos aprender y tenemos que poner en práctica la empatía y el respeto.   

Algo muy especial que me llevo de mi experiencia en esos siete meses, y eso es algo que también se muestra en el libro; es que a veces vamos a los sitios esperando poner en práctica todo lo aprendido, vamos directamente a aportar y mostrar nuestros conocimientos, incluso a imponer nuestras ideas… Y de repente cuando salimos, nos damos cuenta de que si alguien ha sacado algo de todo has sido tú, que la teoría no sirve para nada, que nada es blanco o negro, y que hay matices que tenemos que aprender a ver para no caer en “nuestro utópico mundo perfecto”.

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