Si
partimos de importancia que tiene hacer una explotación responsable podemos
recurrir al siglo XVII y a Hobbes. Ya en sus inicios planteaba que si cada uno
utilizaba sólo aquello que podría consumir, habría recursos para todos. Pero la
aparición de la propiedad privada y el surgimiento de la moneda, acabó
degenerándose en la raíz de lo que hoy conocemos como capitalismo. La búsqueda insaciable
del beneficio constante, de la diferenciación en cuanto a la posesión de bienes
y el hecho de tener un material de cambio no perecedero, acabaría provocando
una explotación indebida de los recursos naturales que hoy podemos seguir
observando. A todos estos cambios debemos unirle la revolución industrial y sus
consecuencias en cuanto su sostenimiento basado en la “eficiencia”. El hecho de
que se pueda conseguir más con menos esfuerzo y que se intercambie por un
material que no perece, provoca la búsqueda de beneficio que se sostendría en
la apropiación máxima de recursos, para así quien los tenga en su poder pueda
ponerle el precio que mejor le parezca y venderlo sin problemas a quien quiera
adquirirlos. Por supuesto, aclararé que estas consecuencias no se deben al
progreso tecnológico, sino al mal uso que hacemos de él y que culturalmente nos
han implantado desde que nacemos. La escasez de recursos y la explotación traen
consigo consecuencias muy importantes tanto social, ambiental, como económicas
y de salud. El hecho de que se mantenga este sistema acarrea grandes
desigualdades sociales, para aquello que no tienen más remedio que comprar
bienes al precio que les es impuesto. Por otro lado, las consecuencias
ambientales son tremendas y repercuten en problemas de salud que deben ser resueltos
a través de grandes cantidades de dinero. Sin incluir además la necesidad de
inversión para paliar todas estas consecuencias que están destruyendo el
planeta.
No
debemos renunciar al progreso, debemos crear una cultura y conciencia de la
explotación responsable que se implante desde la educación en la infancia y que
nos ayude a sustentar y cuidar el planeta. Porque aunque suene muy hippie y muy
de Greenpeace, nosotros somos parte de ese planeta y si lo destruimos, nos estamos
destruyendo a nosotros mismos. ESTÁ EN NUESTRA MANO...
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