Tras
decidir dedicarme un tiempo a mí misma, y después de muchas recomendaciones,
estas navidades invertí mi tiempo en la lectura de la trilogía Cincuenta Sombras. Para mi sorpresa y
puesto que estudio esta carrera y que en varias asignaturas habíamos hablado de
los estereotipos y el amor, mientras lo leía descubrí que podía hacer breve una
reflexión bastante social sobre este libro.
La
repetición y categorización del desempeño de roles y de características que nos
“describen”, consiguen que estas ideas acaben
convirtiéndose en reales. Basándonos en la teoría de “La profecía que se cumple
a sí misma” de Robert K. Merton, estas creencias pasan a legitimarse y acaban
desarrollándose en las conductas sociales de la vida cotidiana debido a su
interiorización. La inclusión de estereotipos en la sociedad ayuda a perpetuar
el status quo y las relaciones de desigualdad entre el género masculino y
femenino. La interiorización de la que hablamos se basa en el proceso de
categorización que ya esbozó Gordon W. Allport y fue desarrollado finalmente
por H. Tajfel. Este proceso consiste en atribuir determinadas características,
roles y conductas, a grupos amplios con el fin en muchos casos de legitimar las
desigualdades basándose en supuestas generalidades sin contrastar. Se da en el
contexto social en el que se desenvuelven los individuos. Extrapolando esta
idea a la concepción del amor en la “realidad” de la sociedad de Occidente
actual, podemos hablar de la importante influencia que tienen la literatura y
los medios de comunicación en la construcción de la misma. En pleno siglo XXI
la mujer es independiente del hombre no sólo a nivel económico, con su
inclusión en el terreno laboral, sino que también lo es a nivel de emancipación
social. Pero en cambio, siguen existiendo barreras o límites en la mentalidad
de la sociedad contemporánea que provocan que la igualdad tan solo sea
aparente.
La
trilogía Cincuenta Sobras ilustraría
muy bien la idea a la que quiero referirme sobre cómo se vende el amor
en la sociedad actual, supuestamente moderna e igualitaria
Sinopsis:
La protagonista es Anastasia, una
joven universitaria, inteligente y con poca experiencia sexual. Acaba
enamorándose de Christian Grey, un empresario multimillonario con mucho poder,
controlador, con un pasado bastante oscuro y con unas preferencias sexuales muy
exigentes. Él no busca relaciones estables sino puramente sexuales asentadas en
los roles de “amo y sumisa”. Procura que a sus “compañeras” no les falte de
nada en cuanto a regalos, salud, vestimenta… pero no hay amor, simplemente un
intercambio sexual como una especie de negocio ya que ambas partes firman un
contrato. A pesar de que Anastasia no acepta ciertas actitudes excesivamente
supervisoras, está dispuesta a hacer lo que sea necesario para conseguir el
amor de Christian.
Anastasia
es presentada como una mujer moderna, libre y sin ataduras que busca la
independencia económica a través de su propia formación y méritos. Sin embargo,
durante la trilogía, se observa que realmente se fomenta hacia las lectoras la
idea del sexismo benevolente. A pesar de que la imagen que se pretende dar es
de emancipación femenina en todos los ámbitos, las mujeres siguen aceptando
posiciones de sumisión ante la figura masculina. En relación a esto, cabe
destacar, que la intención del libro es que te acabes enamorando de un hombre
que representa actitudes de control, protección y poder. Todo esto conlleva un
trasfondo en el que se observa como el sexismo benevolente está interiorizado
por la propia mujer, ya que se conforma e incluso en algunos casos, se aspira a
ese tipo de relaciones y desaparece la búsqueda de situaciones más
igualitarias.
Suena
liberador y progresista el hecho de que surja una trilogía erótica destinada al
género femenino con tanta repercusión y aceptación. Sin embargo este hecho trae
consigo la discriminación y la desigualdad de género. Los distintos estratos
sociales están muy enmarcados, las estructuras sociales se establecen
inconscientemente, y cada característica se destina a una categoría determinada.
Por otro lado la sexualidad de la mujer sigue siendo un tabú, ya que no es muy
usual que se recomiende o reconozca la lectura este tipo de libros. Este tabú
se puede relacionar con el miedo a ser juzgadas y encasilladas como promiscuas
o “viciosas”.
En muchos casos, la idealización
que se hace del amor en la literatura, el cine o los medios de comunicación,
suele provocar frustración en las relaciones personales. Esto se debe a que,
llegados al punto de haber interiorizado lo que es el amor a partir de lo que
se nos muestra, llegamos a la conclusión de que la relación de pareja que
vivimos es muy distinta; por lo que muchas parejas acaban separándose al ver
truncadas sus expectativas. También la emancipación económica de la mujer ha
hecho que las relaciones no sean definitivas como sucedía hace unos años. Esta
inclusión al mercado laboral otorga la independencia y libertad que no existía
cuando la mujer trabajaba únicamente en casa, la cual necesitaba un hombre para
poder sustentarse. Por otro lado, quizá el mismo modelo capitalista que incluye
a la mujer en el trabajo ha convertido las relaciones amorosas en un
intercambio de bienes (materiales o inmateriales). En el momento en el que el
intercambio ya no genera beneficio se abandona y se procede a la búsqueda de
otra pareja, convirtiéndose en un amor de “usar y tirar”.
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