¿Hasta
qué punto la educación es igualitaria?
La educación al igual que los
medios de comunicación sirve para influir en el comportamiento de las personas
y crear ideas preconcebidas de cómo es el mundo o los estereotipos que encarnar
otros grupos. En muchos casos y como diría un profesor que tuve el placer de
que me impartiera clases de antropología “la institución educativa no siempre
forma, sino deforma a los estudiantes para convertirlos en lo que queramos que
sean”. Pero sobre todo, según mi pensamiento y basándome en varias teorías que
a continuación expondré, a pesar de que la intención de la educación sea
facilitar la igualdad de oportunidades y la movilidad social a través de
méritos y logros, y puesto que quizá sin ella esto no sería posible a una
escala tal alta; en su mayoría acaba convirtiéndose en otro elemento más de
perpetuidad de la estratificación.
Se tiende a creer que la educación
ayudará a disminuir las desigualdades e incluso a conseguir el ascenso social
de las clases más bajas, pues a través de ésta, nos encontraríamos en igualdad
de condiciones para enfrentarnos al mundo el día de mañana. En cambio si
partimos de la teoría de la reproducción social, esto no sería así. Ya Basil
Bernstein estudiando los códigos lingüísticos, indica que el aprendizaje del
niño en el ámbito familiar condicionará su sociabilización a nivel académico.
De este modo, los niños que pertenecen a la clase obrera mantendrán un lenguaje con código restringido, en el que los supuestos no están explicitados y
descansa en un entendimiento cultural entre iguales, por el que no se necesita
explicación elaborada, sino que se busca en el entendimiento a través del
contexto en el que se enmarca lo que se quiere decir. Suele tratarse de
oraciones incompletas en las que los valores y normas se dan por supuestos, y su
enfoque tiende más a las experiencias prácticas. Las clases medias y altas se
caracterizan por tener un código más elaborado, y tienden al uso deliberado de
palabras para conseguir un significado más concreto. Las ideas que se pretenden
expresar no suelen estar ligadas a un contexto y son más abstractas. Por lo que
su adaptación a la escuela será más fácil, ya que el lenguaje utilizado en ella
se asemeja más al que están acostumbrados a compartir en su ámbito familiar.
Además podemos incorporar a esta
misma, la Teoría de Bourdieu sobre el capital cultural. No sólo parte de la
idea de que hay una vertiente especifica en la que influye en capital económico
de las familias entre otras cosas, sino que además propone otra vertiente
implícita en la que la familia de clase alta deja en herencia a los niños
hábitos que favorecerían su desenvolvimiento en el aula. Lo que él llamaría
“Ideología del don”, partiría de las mismas premisas que Bermstein, pero
incluiría además hábitos, maneras de comportarse, etc. Por lo que propondría una visión estática de
la escuela, en la que no existe una posibilidad de cambio; la cultura está
identificada con las clases altas.
Por otro lado Bowles y Gintis,
plantean que la escuela sólo reproduce a edades muy tempranas las relaciones
económicas que se implantarán en la edad adulta, siendo una réplica de la
división jerárquica del trabajo. En el libro “La institución escolar en la
América capitalista” se muestra como se tiende a un tira y afloja en cuanto
a las reformas de la enseñanza en EE.UU. donde existe un esfuerzo por conseguir
capacitaciones, igualdad de oportunidades y el crecimiento personal; pero se
observa cómo se ven frustradas estas dos últimas condiciones.
Partiendo de todas estas teorías, y
aunque otros sociólogos como Parsons crean fielmente en el papel tan importante
que tiene la educación para ayudarnos a conseguir un consenso social en el que
sean valorados los méritos y logros, y por tanto se consiga una igualdad y una
posibilidad de movilidad social; por mi parte no puedo omitir la existencia de
barreras que se observan desde la infancia para conseguir esta movilidad tan
deseada. Es obvio que la distinción entre clases parte incluso de una
separación a nivel geográfico, las clases altas tienen a centralizarse en unos
barrios, y la clase obrera en otros. Si tenemos en cuenta esta premisa,
podremos reconocer que incluso en cuestión de interrelación entre ambos ya hay
dificultades. Por otro lado, esta localización más o menos concreta y el mayor
nivel económico que tiende a poseer la clase alta, tiene como consecuencia que
la mayoría de sus hijos pertenezcan a colegios concertados o privados, los
cuales también suelen encontrarse en sus alrededores. En el caso de las clases
bajas se reproduce el mismo sistema pero con colegios públicos. Si los
profesores siguen un plan estipulado por cada comunidad autónoma (en el caso de
España) ¿dónde está el problema si en ambos se imparte lo mismo? La diferencia
de lenguaje y hábitos entre las clases y su disposición tan concreta en un tipo
u otro de colegio, hace que finalmente el desarrollo de cada colegio funcione
de distinta manera. Y por tanto en muchos casos, se acaben perpetuando las
diferencias y las desigualdades entre clases, que acarrearán también a una
persistencia en el tipo de trabajos desarrollados por cada clase partiendo del
contexto al que pertenecen tanto en el colegio, en sus casas o en el barrio.
La conclusión es que a pesar de que
la escuela permita una igualdad de oportunidades, también se ve influida por la
diferenciación de clases, y acaba reflejando estas diferenciaciones en la
distinta educación de cada clase, por lo que las diferencias se siguen
perpetuando. Pongamos un ejemplo para que se vea más claro: Si un@ estudiante
quiere hacer medicina, necesita una nota de corte muy elevada, las posibilidades
de conseguir esa nota alta se verán muy influidas por el tipo de colegio al que
esta persona haya asistido. Si los padres se han podido permitir un colegio de
pago en el que las clases son más intensivas, tiene un horario lectivo en
verano o las clases extra-escolares son más especializadas, influirá en su
educación. Aun que el temario sea el mismo, dedicará más tiempo al estudio, su
lenguaje será más apto para la adaptación en la escuela y por tanto acabará
teniendo más facilidades para acceder a la carrera de medicina. Por supuesto
todo esto es un ejemplo, y sin duda si nos centráramos en casos particulares
podremos observar que no necesariamente tiene que ser así. Pero no negaremos
que aunque el nivel de capacidades intelectuales sea el mismo, el alumn@ del
clase alta juega con una mayor número de oportunidades. Sin tener en cuenta ni
incluir que ese/a niñ@ de clase alta al que no le ha llegado la nota en
selectividad acabe teniendo la gran suerte de que sus padres le puedan pagar
los estudios en una universidad privada
y así no verá frustrado su sueño. Todo esta sucesión de causas no igualitarias,
demuestra que obviamente la igualdad de oportunidades es a lo que se aspira, pero
sigue estando muy influenciada por factores que le otorgan un carácter utópico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario